La carrera de Geofísica de la Universidad de Concepción felicita a los nueve alumnos que se titularon el pasado sábado 26 de noviembre, en el Club Concepción de la ciudad penquista, donde asistieron acompañados de sus familiares y amigos para recibir un reconocimiento de título profesional.
Los geofísicos Nicolás García, Natalia Sepúlveda, Yazmina Rojas, Katherine Muñoz, Carolina Medel, Daniela Latoja, Matias Guzmán, Andrés Arriagada y David Aguilera, asistieron al evento acompañados de sus padres y otros familiares, para en presencia de todas las autoridades de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, recibir su reconocimiento.
El discurso de parte de nuestra carrera fue dado por el profesor Juan Carlos Inzunza, mientras que el discurso de parte de los alumnos titulados fue pronunciado por Katherine Muñoz, egresada quien actualmente trabaja en la Universidad Austral de Chile. A continuación les dejamos el discurso de Katherine:
Estimado Sr. Vicerrector, Bernabé Rivas, director de Docencia, don José Sánchez; nuestro Decano, el Sr. Roberto Riquelme, vicedecana Sra. Myrna Sandoval y secretario académico, don Antonio Contreras; directores de departamento y jefes de carrera, en especial el Sr. Andrés Sepúlveda, y don Elías Ovalle respectivamente, autoridades invitadas, familias y compañeros.
Es realmente un honor para mí dirigir estas palabras a cada uno de ustedes, pues hoy culmina el segundo gran ciclo de nuestra formación académica, ese que veíamos tan lejano cuando recién entramos a la universidad, pero que, sin darnos cuenta, ya llegó a su fin. Y la verdad es que estar aquí en frente, resulta doblemente especial para mí, porque coincidentemente hace seis años, exactamente un 26 de noviembre a una hora como esta, me encontraba dando el discurso de graduación de enseñanza media, con el que ponía fin a ese primer ciclo educativo, y al igual que muchos, me preparaba para vivir uno nuevo y desconocido. Pero esta vez me prometí no conmoverme tanto diciendo todo esto, no porque tuviera algún sentimiento de tristeza, sino porque me resulta muy emocionante recordar todo este camino, ya que, Geofísica fue la carrera de la cual literalmente me enamoré el año 2007, cuando tan solo tenía catorce años, gracias a un apasionado de la ciencia, el profesor Dante Figueroa, y tanto fue ese amor, que desde entonces no tuve ojos para estudiar nada más, por lo que me causa una inmensa felicidad haber logrado mi sueño, y no me cabe duda que más de alguno de los aquí presentes sintió ese mismo amor o incluso más por la suya.
Y aunque nos pudo haber encantado nuestra elección, el camino no fue fácil, pero cuando el objetivo está claro, se puede aprender mucho de los matices del camino, referente a errores, tropiezos y frustraciones, ya que quizás en ese momento, al estar insertos en nuestra nueva burbuja idílica de la universidad, no nos dimos cuenta de lo que aprendimos hasta que esa burbuja explota al terminar el ciclo, y después de un tiempo, pequeño o extenso, nos da la oportunidad de madurar, permitiéndonos aprender lecciones no tan solo académicas, sino las que realmente importan, las lecciones de vida, como a ser perseverantes, pacientes o tolerantes y una de las que más hace falta, aprender a ser empáticos, porque esta última nos permite realmente sentir a la persona que tenemos en frente, para no juzgarla por algo que creemos un error, una condición, una forma de pensar o simplemente de vivir la vida, aunque lograrlo requiere un trabajo duro y permanente a lo largo del tiempo, pero ya deberíamos estar felices por lograr los primeros frutos, nuestros grandes amigos de universidad, muy distintos uno de otro, pero amigos al fin, con diferencias, que quizás se acentúan más en nuestra facultad, porque mucha gente dice que somos extraños, y quizás tienen razón, solo que uno siempre piensa que su mundo es normal. Y como las alegrías siempre son inmensamente mayores a las tristezas, es bueno recordar algunas de las tantas partes felices de todo este camino, pues cómo olvidar las largas jornadas de estudio, pero también de diversión, en las que hicimos estos nuevos amigos, y que era de esperarse, si pasábamos más tiempo con ellos, que con nuestra propia familia, o también como no recordar una felicidad, que de seguro hasta mis compañeros de astronomía comparten, la felicidad de terminar el último módulo de inglés, o algo un poco más reciente, la felicidad de terminar la tesis.
Pero nuestro gran logro, que culmina con este diploma, es solo el producto final de todas las partes que contribuyeron a conseguirlo. Es por esto que de forma muy afectuosa, quisiera agradecer a todos los profesores y administrativos del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción, por darnos todo su apoyo y cercanía en innumerables ocasiones. Y sinceramente creo que nos brindaron una educación de lujo, situación que reafirmé este año al entrar al mundo laboral, ya que no me han faltado las herramientas para desarrollarme profesionalmente, y aunque no las tuviera, sé que también nos enseñaron algo más importante, que quizás hasta suene ridículo, pero nos enseñaron a pensar, a pensar distinto, algo muy necesario cuando se tienen que cumplir objetivos.
Pero otra parte fundamental de este logro, corresponde a unas personas que quisiera recalcar, y esperando tener las palabras precisas, que también representen los sentimientos de mis compañeros, quiero agradecer infinitamente al pilar fundamental de cada uno de nosotros, nuestra familia, y digo familia porque quizás en frente puede estar sentada una mamá o un papá, y sin entrar en temas de género, algún abuelo o hermano, algún tío, o primo, un pololo o bien algún amigo, y es que sin ustedes, todo lo aprendido no hubiera servido, si no nos hubieran enseñado lo primordial, a respetar y amar, la base que nos define como personas. Gracias por darnos las herramientas para enfrentar la vida, por soportarnos cada rabieta o enojo y por darnos cada día un gesto de amor, un abrazo, una palabra de aliento o una caricia, que tanta falta hace en los momentos difíciles, pero también felices, gracias por darnos siempre lo mejor. Y es por eso, que pido un fuerte aplauso para todos ustedes.
Finalmente, creo que todos los que estamos recibiendo este reconocimiento debemos sentirnos agradecidos, ni siquiera privilegiados u orgullosos, porque si analizan esas palabras, se pueden dar cuenta que segregan, poniéndonos en un escalafón imaginario por sobre otra persona, y me refiero a sentirnos agradecidos por haber tenido la oportunidad de aprender, pensar e incluso vestir libremente durante todos estos años, y no me estoy refiriendo a la educación formal de colegio y universidad, sino la que está fuera de esos parámetros, ya que de lo contrario, dudo que muchos de ustedes hubieran sentido el impulso de estudiar carreras no tradicionales, o que tienen una fuerte tendencia hacia un solo género según la sociedad, porque a pesar de estar en el siglo XXI eso aún ocurre, pero como no lo vemos, no somos capaces de sentirlo y permanentemente nos abrumamos en nuestros problemas por ver el vaso medio vacío. Y es que como bien dice el himno de la universidad “Por el desarrollo libre del espíritu”, esa frase tan conocida, es que tenemos la posibilidad de crecer como personas, pero muchas veces ese crecimiento se opaca por un dilema que a muchos nos ha sucedido alguna vez, el de alcanzar el éxito, por la influencia de este mundo tan competitivo, que no desaparecerá de un día para otro, ni con estas palabras, pero lo que sí espero es que algo de ellas quede en cada uno, porque frecuentemente está la alucinación de que solo importa el éxito económico o el prestigio aparente entre nuestros pares como el fin mayor de la vida, y poco pensamos en que una persona, tan solo siendo honesta, leal y trabajadora ya debería sentirse exitosa, situación muy frecuente en la academia. Y es por eso que les digo a mis compañeros, e incluso a ustedes los invitados, busquemos el éxito significativo, ese que llene el corazón, y no me estoy refiriendo a rechazar una buena oferta laboral o académica, sino a que tratemos de que ni el miedo, ni la codicia en todos sus ámbitos sean el motor de nuestra vida, y por el contrario, hagamos cada una de nuestras actividades con la máxima pasión y amor posible, nos gusten o no, dediquemos tiempo a enseñar a los demás, pero a enseñar de verdad y veamos siempre el vaso medio lleno, pues las herramientas profesionales para el futuro ya las tenemos, y a fin de cuentas en este camino que nos queda, lo que realmente importa, cada uno de ustedes ya lo sabe bien. Por último, me despido con una frase de Antonio Machado, que también cité hace 6 años atrás, la cual de seguro conocen bien, y dice “caminante no hay camino, se hace camino al andar, al andar se hace el camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”, así que hagan que valga.
Muchas gracias.
Por Katherine Pamela Muñoz Mellado