Estudiante de Geofísica realiza capacitación en Alemania para el manejo de Radares Marinos

Durante el mes de mayo, James Morales Lasalle, estudiante de Geofísica de la UDEC, tuvo la oportunidad de capacitarse en el manejo de Radares Marinos de alta Frecuencia en Alemania, conocimiento que actualmente lo cataloga como uno de los pocos expertos en el uso de estos instrumentos, lo que le será de suma utilidad para apoyar a investigadores de la UDEC, quienes trabajan en temáticas como la detección de tsunamis y la determinación del potencial undimotriz en la costa chilena.

Morales_ BruselasLos radares marinos de alta frecuencia (High Frequency o HF), se pueden definir como sofisticados equipos que permiten a los investigadores y técnicos realizar observaciones marinas de forma remota, es decir desde tierra, y que son capaces de entregar información referente a olas, corrientes superficiales o vientos. En toda la costa del Pacífico, al sur de México, sólo existen dos de estos radares, y están a cargo del equipo de investigación liderado por el Doctor Dante Figueroa, del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción (DGEO), quien hace un tiempo recibió la oferta de un cupo para capacitación por parte de la empresa fabricante Helzel Messtechnik, para perfeccionamiento en el uso de estos equipos. “Fue entonces cuando no dudé en enviar a mi alumno tesista James Morales, ya que él trabaja desde hace un par de años con nosotros, usando estos radares”, explica Figueroa.

Gracias a esta oportunidad, y con apoyo económico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Morales pudo viajar a Kaltenkirchen, un pequeño pueblo situado en las afueras de Hamburgo, y donde está ubicada la Empresa. Una vez allí, y durante dos semanas, el alumno recibió un exhaustivo entrenamiento en el manejo, configuración y comprensión del funcionamiento del sistema de radares.

“Sobre mis tareas, diría que las más importantes fueron la configuración y puesta a punto de un radar, desde cero. Esto por supuesto abarca un montón de subtareas, como el cableado, calibración de los equipos, diagnóstico y resolución de problemas e implementación de un hardware adicional al que poseemos nosotros acá (en Chile)”, cuenta James, añadiendo que además, pudo compartir experiencias, proyectar trabajos a futuro y afianzar lazos con el equipo de expertos alemanes.

Gracias a esta capacitación, el Dr. Figueroa y su alumno han visto ampliamente facilitado el aspecto técnico en su investigación, ya que Morales puede resolver rápidamente dificultades que antes encarnaban un retraso para el equipo, como problemas de software, problemas electrónicos y de sistema operativo. “Actualmente volvimos a poner en funcionamiento uno de los radares, que opera desde el Edificio Olas (en San Pedro de la Paz), e identificar algunas fallas que mejoraremos en la implementación del otro radar, y por supuesto, esto también nos otorga cierta independencia en el uso de radares, ya que antes dependíamos del servicio técnico de la Empresa”, concluye James.

A la vanguardia internacional

Para un país como el nuestro, con siete mil kilómetros de costa y 200 millas marinas, estos radares revisten gran utilidad. Es así por ejemplo, que actualmente han sido usados por los científicos chilenos para estudiar zonas inhóspitas, que por el peligro que representan sus fuertes vientos, no pueden ser medidas in situ, como en el caso del Canal de Chacao. También han contribuido en el estudio sobre la detección de posibles tsunamis, o la entrega de datos para determinar si una zona costera puede ser aprovechada mediante energía mareomotriz o undimotriz. Sin embargo, y pese al gran número de aplicaciones, una de las limitaciones de estos equipos es el alto costo que se debe desembolsar para su adquisición, ya superan los 100 mil dólares.

En Europa, esta tecnología es muy utilizada por sus múltiples aplicaciones, sin embargo, en América son pocos los países que explotan sus beneficios. Los primeros en invertir en esta tecnología fueron México y Estados Unidos, quienes poseen una red coordinada de unos 13 años de antigüedad, constituida por cerca de 60 radares, que miden continuamente desde el norte de México hasta la parte sur del Estado de Washington. Posteriormente, hace 8 años, estos dos radares fueron adquiridos por la Universidad de Concepción, y posteriormente, Brasil adquirió otros dos.